Malabaristas a fuerza, de obra en obra, de riesgo en riesgo

El País Online. 19 de septiembre de 2016

A lo lejos, con solo levantar la cabeza, se ve a Rosendo, trepado en un andamio, sin casco, sin amarrarse-ni un poco- pero con la tranquilidad de quien disfruta el paisaje. Baja a la hora del almuerzo (13:00)  y sus primeras palabras son: “Soy pobre” pero “valiente”.

Admite que estar en un andamio a siete metros de altura es riesgoso, pero más peligroso le parece el “no tener que comer”. Ha aprendido el oficio de su padre, quien a sus cincuenta y cinco años continúa trabajando en el rubro de la construcción, “trepado ahí como un gato”, dice Rosendo.

Cuenta, entre risas, que  él era muy “maricón” hasta sus quince años, pues le temía a la altura, pero hoy eso ya es historia. Rosendo tiene 33 años y trabaja hace 15 en la construcción de viviendas.  Al igual que muchos de sus compañeros, comenzó desde abajo como peón, que es el trabajo con menor salario, empleo eventual y sobre el cual recaen las labores más duras de la actividad.

Hoy es maestro de obra en una empresa especializada en la construcción de viviendas residenciales para familias de altos ingresos. Empero, su situación de inseguridad laboral no ha cambiado y la verdad “poco le importa”.

Cuenta que en dos ocasiones tuvo que ser llevado de emergencia al hospital San Juan de Dios por caídas de altura que “gracias a Dios”, como él dice, “no le costaron la vida”.  “Uno se va cuando se tiene que ir”, afirma al referirse a la posibilidad de morir por accidente en sus obras.

La frase es natural en un país, donde la seguridad de los obreros de la construcción nunca fue una prioridad y ellos lo saben. 

Por su parte Jorge, un migrante beniano, lleva cinco años trabajando como ayudante de albañil en varias empresas subcontratadas. Si bien los montos de los salarios que perciben se han elevado un poco en los últimos años, no cuentan con seguro de salud, no aportan para su jubilación, carecen de seguridad industrial adecuada y hoy con la mentada crisis están volviendo incluso al desempleo.

Tanto Rosendo como Jorge fueron testigos del boom de la construcción en el país (2010-2015), una actividad muy lucrativa para unos pocos y socialmente desprotegida para la mayor parte de los trabajadores.

Pero, el problema no se queda sólo en la falta de beneficios sociales, pues en los dos últimos años se han registrado más de cinco accidentes en el departamento, donde las víctimas fueron albañiles.

Burlando a la muerte

“Cada día es un reto”, dice Hernán, un albañil que asegura: “engañar a la muerte hace más de 20 años”. “Esta negra se ha llevado a muchos de mis amigos y a mí no me lleva porque estoy bien feo”, bromea, mientras sube con una polea un balde de cemento.

Sin embargo, se pone serio y de inmediato admite que  “no todos corren la misma suerte”, así recuerda algunos casos de colegas suyos, que quedan en su memoria.

Entre los accidentes más graves, suscitados en Tarija, está el ocurrido el 20 de noviembre de 2015, pues cerca del medio día un trabajador de la construcción del Mega Center cayó por un ducto de ventilación a una altura de más de seis metros.

El hecho le causó un traumatismo encefálico craneano grave y horas más tarde el responsable de terapia intensiva del Hospital Regional San Juan de Dios, confirmó que el obrero sufrió muerte cerebral. A este accidente se suman cerca de tres más por caídas de altura en la misma construcción.

Pero, este problema es de larga data. En 2010, también en Tarija, un albañil se precipitó del segundo piso del edificio en el que trabajaba tras sufrir un ataque de epilepsia, el hombre murió de inmediato.

En 2013, inerte y con múltiples lesiones quedó Eusebio, de 53 años, quien recibió una descarga de 24 mil voltios de electricidad y cayó del segundo piso de la construcción en la que trabajaba.  

Éstos son algunos de los casos registrados en Tarija, pero a nivel nacional suceden muchos más. En Cochabamba en 2014  fallecieron electrocutados 15 obreros en once meses, mientras que en La Paz, la situación es igual de dramática. En los últimos meses han muerto varios enterrados por derrumbes en las construcciones en las que trabajaban.

En las alturas, sin seguridad

Ni Rosendo, ni Jorge, ni Hernán conocen sus derechos laborales. Lo que les importa es tener dinero para llevar de comer a su casa. “No todos sabemos leer, y tampoco nos interesa mucho, además muchas veces no nos dan un contrato”, cuenta Hernán.

De acuerdo al Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla): “La construcción es una de las actividades que experimentó una acelerada expansión en los últimos cinco años, produciendo un importante impacto en la generación de nuevos empleos y dejando atrás otras actividades productivas en el año 2010”.

Según el registro de Fundaempresa, a septiembre de 2012, existían 9.657 empresas constructoras legalmente establecidas en el país, constituyéndose así en el segundo rubro con mayor número de establecimientos inscritos.

Otra fuente estimó que en el año 2010 había aproximadamente 1.000 empresas ilegales que estarían operando en el país. Con todo esto, el boom de la construcción generó una gran demanda de trabajadores que se tradujo en migrantes de las áreas rurales, cesantes de otros rubros, personas que buscaban trabajo por primera vez y población femenina inactiva y desocupada.

A nivel urbano nacional, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población total ocupada en la construcción en el año 2011 fue de 314.009 personas, de las cuales el 63.8% eran trabajadores no asalariados. En cuanto al salario, de acuerdo al Cedla, éste subió visiblemente en los últimos 3 a 4 años. El INE revela que el salario mensual mínimo en el área rural era en promedio de 2.530 bolivianos en el 2011 por encima del promedio salarial en el eje central urbano del país que en ese año alcanzó Bs. 1.899. Esto, tomando en cuenta un jornal de base de 80 bolivianos.

En 2016 el jornal promedio subió y ahora es de 150 bolivianos para un albañil y de entre 60 a 90 bolivianos para un ayudante. Más aún esto dependerá del tipo de albañil, pues si se trata de un “maestro albañil” el jornal ascenderá.

Sin embargo, si bien un obrero de la construcción obtiene un salario superior al que se paga a los trabajadores de otras ramas de actividad como la manufactura, el transporte, el comercio y los servicios, esta mejora económica no estuvo acompañada de avances en las demás condiciones laborales.  El País eN verificó que las condiciones de trabajo de los albañiles son precarias, además del riesgo porque no usan implementos de seguridad, ni ropa de trabajo. Las irregularidades que se detectaron pasan principalmente por la falta de uso de botas, arnés, barbijos, cascos y guantes.

Por otro lado, trabajan con las mínimas condiciones de seguridad en los andamios, excavaciones, cimientos, en la obra fina, instalaciones y montajes. Incluso están expuestos a infecciones respiratorias por el polvo que inhalan, debido a que constantemente están en contacto directo con el cemento, tierra, ladrillos y otros materiales.

Sumado a esto, la Encuesta de Hogares a nivel nacional reporta que 10 de cada 100 obreros cuenta con seguro de salud. De acuerdo al Cedla ninguna de las constructoras brinda seguro de vida a sus trabajadores, lo que simplemente refleja la acentuada desprotección industrial existente en el rubro de la construcción.

La legislación laboral boliviana vigente y particular, además de la Ley de higiene, seguridad industrial y ocupación establecen: “la obligatoriedad de los empresarios para cumplir con la adopción de medidas  y acciones orientadas a precautelar la salud, la integridad física y emocional de los trabajadores”.

Empero, queda demostrado que estos preceptos en el rubro de la construcción tienen poca o ninguna aplicación. Así, los accidentes de trabajo continúan marcando al sector como la actividad económica con mayor número de incidentes laborales, muchos de ellos con consecuencias fatales, que dejan a los obreros y a sus familias en el completo desamparo.

“El 99% de las constructoras incumplen”

Sobre el problema, el representante del Ministerio de Trabajo en Tarija, Ramón Vilca, manifestó que durante este año fueron varias las inspecciones que realizaron a diferentes obras.

En éstas evidenciaron que ninguna de las empresas constructoras cumple con el mínimo sistema de seguridad requerido para garantizar el correcto desempeño de los obreros de la construcción.

Reportó que uno de los aspectos más preocupantes es que se constató que ninguna de las constructoras posee el libro de accidentes, donde se debe registrar desde el mínimo hasta el más complejo incidente sucedido en la obra. “El libro nos permite como Ministerio de Trabajo hacer la investigaciones necesarias, establecer la culpabilidad y la sanción”, explicó Vilca a tiempo de revelar que el 99% de las empresas constructoras incumplen con las normas de seguridad.

En contraparte, el presidente de la Cámara Departamental de la Construcción (Cadeco), Julio Alemán, admitió la falencia respecto a la seguridad, empero dijo que esto se debe también a la crisis por la que atraviesa el sector, pues según su criterio ésta se refleja en todas los aspectos.

“La normativa es bastante rígida, no podemos aumentar precios. Aumentan los materiales y esto se nos vuelve una carga muy difícil”, manifestó.

Sin embargo, agregó que este tema es una constante preocupación del sector, por lo que plantearon en instancias nacionales y departamentales incluir en el presupuesto de los proyectos un ítem de seguridad industrial que permita asignar, según la obra y el riesgo, los recursos necesarios.

“Es importante hacer hincapié en esto para que el tema de seguridad ya no sea subjetivo y se cumpla al 100%”, dijo.

Capacidades y pericias de obreros de la construcción

Peón

Conoce poco de albañilería, apoya al ayudante en la preparación de mezclas, estuco y otras tareas de la “obra gruesa” de la construcción.

 Ayudante

Conoce de albañilería, prepara el estuco, las mezclas de cemento, pasa las maderas y los puntales.

Contramaestre

Es un ayudante “ascendido” que realiza algunas tareas del maestro sin ser totalmente garantizadas.  

 Maestro

Es el que sabe todo de albañilería, construcción de muros, techos, armado de puntales, pintura y otras tareas centrales de la construcción.

 Especialistas

Intervienen solamente en una tarea específica de la construcción. Son maestros especializados empírica o técnicamente: electricistas, pintores, plomeros y otros.

A cerca del oficio  de albañil

Los contratos

Según el Cedla, en el caso de los inmuebles la mayoría de los contratos son verbales, los acuerdos establecen únicamente las tareas y obligaciones del obrero, además del monto del jornal.

Días de trabajo

En el ámbito nacional la jornada de trabajo diaria es en promedio de 8 horas para los hombres como mujeres y la jornada semanal de 49, 4 horas. Los días trabajados a la semana son seis.

Sistema de pensiones

Datos estadísticos logrados por el Cedla muestran que en el eje central urbano 8 de cada 100 obreros de la construcción aportaban al sistema de pensiones en 2011.

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