La Prensa • ¡A lo potosino!

Julio H. Linares

Quién sabe si los acuerdos por la edificación de un aeropuerto, la planta de Karachipampa, la fábrica de cemento y la construcción de carreteras, a los que llegaron el Gobierno y el pueblo potosino, al final sean otro saludo a la bandera, pues ejemplos de enviados gubernamentales apaga incendios y la instalación de comisiones y estudios eternos, que nunca se plasman en proyectos tangibles, son parte de la lógica con la que funciona nuestro país, al menos desde el inicio de la era democrática.

Sin embargo, lo que se debe destacar es que luego de muchos años, los habitantes de un territorio del occidente, de los que aseguran que sostuvieron económica y políticamente al país durante toda su vida republicana, por fin se pongan los pantalones y reclamen sus derechos, aguantando incluso acusaciones del oficialismo que podían dividir la protesta y que, esta vez, parece realmente cívica.

Este ejemplo debería servir nomás a los paceños, pues al menos —supongo— el Gobierno tendrá un mayor cuidado para cumplir algunas de estas promesas a los potosinos, pues no creo que fueran un chiste para ellos los días de huelga y los disturbios en las carreteras.

En cambio, los paceños, en una mezcla de desconocimiento y dejadez ciudadana, esbozamos una sonrisa cada 16 de julio —el de este año no fue la excepción— cuando prefectos (ahora Gobernador), presidentes neoliberales (ahora socialista), prometen lo que mis abuelos, mis padres y yo ya habíamos escuchado hace años: la realización del complejo de San Buenaventura, los caminos al norte paceño, la hidroeléctrica El Bala y, ¡claro pues!, el petróleo, también en el norte del departamento. No sé qué opinará usted, pero a mi parecer que la primera e histórica Sesión de Honor de la Asamblea Departamental haya comenzado con estos discursillos es una vergüenza.

Estimo yo que habrá que darle tiempo al tiempo y observar atentos —los paceños— si las promesas en el Cerro Rico se van consolidando, y sí así fuere, pues habrá que meterle “a lo potosino” para lograr algo parecido; porque eso de ser el departamento “crisol de la nacionalidad”, pero con un PIB per cápita el 2009 de 1.548 dólares (de acuerdo con el INE), que sólo supera a Chuquisaca, Cochabamba y Beni; además, según el CEDLA, de contar con la más alta tasa de desempleo departamental (más del 10%), está ya de buen tamaño.

Sumado a eso, la primacía de los intereses partidarios sobre los regionales de las últimas autoridades prefecturales y del Gobernador, al no hacer nada al momento de discutir sobre los ingresos departamentales, a pesar de que La Paz sólo cuenta con un presupuesto anual mayor al de Beni, Pando y Oruro, nos han dejado con una de las gobernaciones más pobres del país, sólo para dato, tome en cuenta que la provincia Gran Chaco —productora emblemática del gas boliviano— tiene 150 mil habitantes y con un presupuesto regional por ingresos fiscales anuales que fácilmente dobla el paceño, con la salvedad de que el Gobernador Cocarico tiene a 2,5 millones de chucutas que atender.

Y éste no es un reclamo “centenario”, como se argumentaba acerca del potosino, pues si uno observa los datos del Viceministerio de Inversión Pública en la web, verá cómo desde el 2006, la inversión estatal dirigida a proyectos en La Paz, que no incluye la municipal, ocupa el cuarto o quinto puesto departamental, es decir que la gestión de Morales tampoco se ocupó mucho de su principal fuente electoral. Las primeras señales ya están, perder en Achacachi o en Caranavi tuvieron que ser las alertas para que el Gobierno gire su cara y observe a quién más confió en él y se abandonó gradualmente en el tiempo. Espero que se tome nota de esto y no esperen que los de Chuquiago Marka al fin despierten y el cerco esta vez sea “a lo paceño”.

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