La Jornada • Un 1º de mayo conflictivo • 28/04/2017

Guido Pizarroso Durán / viernes 28, abril 2017

El Día del Trabajo se celebra cada primero de mayo en casi todo el mundo, para conmemorar la reivindicación de los derechos laborales. En el siglo XIX, la revolución industrial hizo posible la producción masiva de diversos productos, generando a su vez, una explotación irracional a los trabajadores, con jornadas extenuantes y salarios bajos. Esta situación unió a las organizaciones obreras de diversos países para reclamar cambios. Uno de los movimientos más enérgicos se produjo en Chicago, Estados Unidos, el año 1886, donde se paralizaron centenares de fábricas, exigiendo la jornada diaria de 8 horas.
A raíz de esa situación, el 1º de mayo fue señalado internacionalmente como Día del Trabajador (excepto en EE.UU) en homenaje a los huelguistas conocidos posteriormente como “Mártires de Chicago”, y recordando a las víctimas de la represión, apresamientos de centenares de obreros, y el enjuiciamiento y ejecución a cuatro dirigentes sindicales.
A 131 años de esos acontecimientos, en el mundo se ha logrado mejorar las condiciones de los trabajadores con seguridad social, seguros contra accidentes, salarios justos y oportunidades tanto de capacitación como de reconocimiento a la eficiencia. Lamentablemente estos beneficios no abarca a todos los trabajadores ni se aplican en todos los países. Por ejemplo uno de los últimos informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), advierte que el presente año 2017 registrará un incremento del desempleo en el mundo, dejando sin trabajo a más de 200 millones de personas. En Bolivia también se registrarán cifras negativas, pese a informes optimistas que no contemplan la realidad, ya que la mayoría de los empleos son informales, mal pagados y sin protección social.
En nuestro país, el subempleo se manifiesta principalmente entre los jóvenes, las mujeres, nuevos profesionales con alto nivel educativo, y representa el 20% de la población en edad de trabajar, según un trabajo de investigación del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).
De acuerdo a los datos oficiales, el desempleo disminuyó en nuestro país y se estima en un 4%. De acuerdo al estudio de Cedla, esta baja no incluye el crecimiento del subempleo en Bolivia, que comprende a la gente que efectúa trabajos eventuales. Evidentemente en el país hay empleo, pero en condiciones precarias y en horarios no convencionales. Es el sector informal el que da empleos mal remunerados y sin seguridad social ni beneficios de ley y menos protección de salud o contra riesgos industriales.
En la coyuntura actual, después de varios años en los que los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) se entregaron al oficialismo, los nuevos dirigentes buscan rescatar su independencia y negocian con el gobierno un aumento salarial. El presidente Morales, y los principales dirigentes del máximo organismo de los trabajadores, se reunieron para definir un acuerdo. La propuesta de las autoridades es de un incremento del 5 por ciento al haber básico y 6 por ciento al salario mínimo nacional. Esta cifra fue rechazada por la COB, instancia que pide un aumento del 15 al 20%, que en criterio del gobierno es imposible, mientras los empresarios consideran que inclusive la oferta del gobierno pondrá en dificultadas a los empleadores.
Las relaciones entre la COB y el gobierno en este Primero de mayo no son de las mejores, luego de los intentos de los dirigentes para salir del oficialismo. Inclusive, algunos funcionarios del gobierno se burlaron de la demanda de los trabajadores para el cálculo del salario que debería regir en el país. La canasta familiar de Bs 8.309 “contiene demasiadas calorías y contribuiría al sobrepeso de los trabajadores”, según publicaciones de prensa que atribuyen esas expresiones al viceministro de Presupuesto, Jaime Durán.

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