IPS • Migraciones – Bolivia: Remesas femeninas con alto costo social

LA PAZ, may (IPS) – La renuncia al descanso y a los días libres, el encierro en el lugar de trabajo por más de 24 horas y los bajos salarios son parte del costo que pagan las mujeres bolivianas en España, a cambio de un ingreso que les permita ahorrar y mantener la familia que dejaron atrás. “Esta experiencia es muy dura. Se sufre mucho, es como estar en la cárcel para mí, todo por comprar una casa en Bolivia”, relató a IPS la boliviana Amparo Valda, que desde enero de 2006 se dedica en Madrid al cuidado de diferentes personas. España es el cuarto destino de los emigrantes bolivianos, detrás de Argentina, Estados Unidos y Brasil, pero ocupa un destacado primer lugar en las transferencias de dinero de los bolivianos desde el exterior. Las bolivianas inmigrantes en España envían cada año al país el equivalente a 5,95 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional. Se trata de un aporte muy superior al que realizan al PIB de sus países las mujeres de Ecuador (2,13 por ciento) y República Dominicana (1,13 por ciento), según el digital y español Centro de Investigación y Cooperación Especializado en Remesas de Inmigrantes (Remesas.org). Es un esfuerzo que despierta admiración en los expertos y que se traduce en que las mujeres bolivianas baten el récord de los inmigrantes latinoamericanos en España en cuanto a transferencias, ya que remiten en promedio cada mes el equivalente a 625 dólares, cuando la media es de 327 dólares, según un estudio de junio de 2008. Ese mismo informe reveló que las mujeres inmigrantes en general aportan 60 por ciento de las transferencias de los trabajadores extranjeros en España. Una feminización que se ahonda por el hecho de que las trabajadoras remitieron a su país 40 por ciento de su salario mientras que los varones enviaron 14 por ciento. En Bolivia, esa participación femenina se explica también porque las mujeres representan 56 por ciento de las cerca de 600.000 personas que se fueron en busca de oportunidades entre 2003 y 2007, dijo a IPS Bruno Rojas, investigador del no gubernamental Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla). Un estudio elaborado en 2007 por el defensor del Pueblo (ombudsman) indicó que una quinta parte de las personas nacidas en Bolivia, 19,4 por ciento, viven fuera del país, informó a IPS la responsable nacional de Derechos Humanos de las Personas Migrantes de esa institución, Betty Pinto. Bolivia, con unos 10,2 millones de habitantes –algo más de la mitad mujeres– tiene una población económicamente activa de 6,6 millones, de la que el porcentaje de varones y mujeres es de 55 y 45. Valda es un ejemplo de los dos millones de bolivianos que buscan mejores oportunidades en el exterior. Renunció a su puesto como administrativa en una oficina pública y a un salario equivalente a 327 dólares mensuales para emigrar a España, dónde según el Cedla el ingreso promedio actual de los bolivianos oscila entre 680 y 817 dólares. En 2006, los salarios de los inmigrantes iban de 1.360 a 1.640 dólares, pero estos montos se hundieron como efecto de la debacle financiera mundial. Realizan labores sin protección social, con jornadas mayores a las ocho horas y sin beneficios sociales que se reconocen sólo a los trabajadores españoles, agregó Rojas. “Mi meta, como la de cualquier migrante, es volver a mi país cuanto antes”, relató Valda a IPS desde Madrid. Ella es parte del ejército de trabajadores privados voluntariamente de horas de recreo y de cualquier gasto no esencial, como comer fuera de casa o vestuario especial. Sus jornadas de cuidado de ancianos son continuadas, durante las 24 horas del día, sin dejarle un respiro para el descanso y menos en días festivos, según su testimonio. Varias historias de ciudadanas bolivianas en difícil situación laboral llegaron hasta el despacho de Pinto y motivaron una alianza estratégica con Remesas.org para realizar estudios sobre la situación de los bolivianos en Madrid, a fin de promover la restitución de derechos. EL IMPACTO DE LAS REMESAS El informe de Remesas.org expone el ángulo financiero de este drama social y afirma que Bolivia es extremadamente dependiente de las remesas enviadas por sus mujeres inmigrantes desde España, al bordear seis por ciento de PIB de este país andino. “Se trata de un caso único y notabilísimo de dependencia macroeconómica de los giros femeninos cuya extraordinaria relevancia requiere de análisis que puedan pormenorizar sus efectos de forma detallada”, sostiene el estudio. En su reporte de balanza de pagos correspondiente a los primeros ocho meses de 2008, el Banco Central informó que la cuenta corriente registró un superávit de 1.576 millones de dólares, 535 millones de dólares mayor a la del mismo periodo de 2007. “Este incremento fue producto principalmente del aumento de las exportaciones y las remesas de los emigrantes”, afirmó. El Banco Central situó las remesas de 2008 en 1.097 millones de dólares, equivalentes a ocho por ciento del PIB y superior a los 1.020 millones de dólares de 2007, pese a que el año pasado el mundo se sumergió en el colapso financiero. La institución detalló que las remesas provienen en 40 por ciento de España, 22 por ciento de Estados Unidos y 17 por ciento de Argentina. Entre estos tres países suman 79 por ciento del total de remesas del país. Pero Remesas.org e instituciones financieras como el Banco Interamericano de Desarrollo subrayan que el monto oficial de remesas registrado resulta inferior al real en porcentajes que oscilan entre 18 y 29 por ciento, porque al Banco Central llega información parcial sobre el fenómeno. El Banco Central situó las exportaciones bolivianas de 2008 en unos 6.000 millones de dólares. Pero aunque oficialmente las remesas generaron sólo una sexta parte de ese valor, hay un elemento notable: los aportes de emigrantes son la segunda fuente de ingresos de divisas en el país, sólo superados por el gas, que en 2008 aportó 3.132 millones de dólares. MUJERES SE QUEDAN Y HOMBRES RETORNAN El análisis del mercado laboral español realizado por Rojas presenta a las mujeres con mayores facilidades para obtener trabajo, en relación a los varones, por la menor calificación exigida, pero a costa de un salario inferior. Se trata del cuidado de ancianos, para el que no se requiere ser profesional o tener conocimientos de geriatría, el cuidado de niños o el trabajo en el servicio doméstico. “Una demanda que abre oportunidades a las mujeres y no a los varones”, precisó. De hecho, desde 2008 los hombres fueron afectados duramente por los despidos masivos que comenzaron en España a consecuencia de la crisis, mientras que sus compatriotas mujeres consiguieron conservar sus trabajos. Como resultado, son varones los que en mayor número retornan desde España, expulsados por el hundimiento económico global, explicó Rojas. Valda dijo que resulta evidente que sus compatriotas mujeres logran mantener sus empleos. Pero también es un hecho, dijo, que “las mujeres que no tienen los documentos para trabajar legalmente sólo pueden tener puestos de cuidadoras, de limpieza o labores parecidas”, casi siempre muy por debajo de su calificación laboral. Pinto, responsable nacional de Derechos Humanos de las Personas Migrantes, informó que tras las denuncias su oficina consiguió la firma de convenios interinstitucionales con organismos no gubernamentales españoles para ofrecer en Madrid asesoramiento legal, laboral y contra la violencia de género. El protagonismo femenino de la migración boliviana adquiere proporciones llamativas en el departamento de Cochabamba, en el centro del país y cuya población tiene la mayor propensión a emigrar. Allí, 67 por ciento de la emigración es de mujeres, según la Defensoría del Pueblo. También en los países de destino hay un caso especial de feminización, el de Italia, donde 70 por ciento de los inmigrantes de Bolivia son mujeres, destacó Pinto. Un problema del éxodo boliviano, apuntó Rojas, es la improvisación. Una encuesta realizada por el Cedla en 2006 mostró que la mayoría de quienes querían emigrar, estaban decididos y decididas a hacerlo sin buscar antes un contrato de trabajo. “Preferían ir a probar suerte, quizás atraídos por la información de las fáciles oportunidades de trabajo” de conocidos o familiares, explicó. El analista observó otra consecuencia de la migración aún más preocupante. Al marcharse de sus hogares, las mujeres dejan a sus hijos al cuidado del padre y en menor proporción de otros familiares. El resultado, dijo, es un “proceso de desestructuración familiar muy serio”. (FIN/2009) Para mayor información haga click aquí

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