El País • Estudio devela la crisis económica de adultos mayores • 22/05/2017
Bajos ingresos, rentas de jubilación de baja calidad, escasa cobertura de la seguridad social de largo plazo, necesidad de trabajar a pesar de la edad y hogares pobres.
Esas son algunas de las desventajas que deben enfrentar los adultos mayores para acceder a una “seguridad económica” que le permita tener el suficiente dinero para acceder a una buena calidad de vida, según el estudio “Protección Social y Calidad de vida en la vejez”, del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
Según dicho estudio, la ciudadanía boliviana se encuentra en un proceso de “envejecimiento moderado”, puesto que las personas adultas mayores conformaban el 5,3% de la población total en 1976, pasaron a representar el 8,7% en el año 2012 y se estima que serán el 20% en 2050. Esto debido a factores como la reducción de la fecundidad (se tienen menos hijos) y el incremento en la esperanza de vida.
Sin embargo, estas personas adultas mayores, que cada vez representarán una porción más grande de la población, encaran una incertidumbre económica que –según el CEDLA- caracteriza a las sociedades menos desarrolladas como la nuestra.
De acuerdo con datos de este estudio basados en la Encuesta de Hogares del INE de 2014, un elevado porcentaje de los adultos mayores (41,5%) no cuenta con ingresos propios, mientras que 43,8% cuenta con ingresos que provienen exclusivamente de su trabajo, principalmente en el sector informal.
Asimismo, el 11% de los adultos mayores subsisten únicamente con los ingresos derivados de la seguridad social de largo plazo, mientras que los que combinan ambos ingresos (rentas y trabajo) representan un 3,7%.
La pobreza
El estudio del CEDLA señala que para el 2014 eran considerados pobres el 35,9% de los hogares que tienen al menos un adulto mayor entre sus miembros. De estos hogares, el 15,6% estaba en la categoría de pobreza extrema.
No obstante, según el Centro, la posibilidad de caer en situación de pobreza se reduce cuando los hogares tienen al menos un jubilado entre sus miembros (7,1%), y se incrementa cuando los adultos mayores no cuentan con ingresos por jubilación (42,3%).
En hogares donde hay algún adulto mayor con trabajo, el porcentaje de pobreza es de 38,3%, mientras que en hogares con adultos mayores sin ingresos de ningún tipo la pobreza alcanza al 51,2%.
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