El Deber • Bolivia necesita generar 100.000 empleos al año • 30/04/2017

Es el reto del país para cobrar el bono demográfico. Esto podría acelerar el crecimiento económico del país un 1% al año. Sin embargo, si no lo consigue, al estrecharse la pirámide poblacional, el porcentaje de desocupados crecerá, como sucedió en 2015

 

Bolivia –poblacionalmente hablando- acaba de salir de la adolescencia. Es un joven adulto que busca trabajo para dejar la casa de los padres y comenzar a ahorrar lo suficiente para vivir una vejez placentera. Tiene hasta 2060 para lograrlo. A partir de esa década, sus fuerzas comenzarán a mermar y dependerá cada vez más de las rentas creadas en el periodo anterior. Su momento de esplendor aún no ha llegado. Si le va bien, si estudia, se especializa, aprende a reciclarse, se vuelve empresario y consigue contratos para exportar lo que produce, su década ganada será la de entre 2025 y 2035, pero debe comenzar a trabajar con todo ahora.
Este 1º. de mayo, Bolivia recordará a los mártires de Chicago como un país en el que habrá más personas en edad de trabajar que en edad de dependencia. Su pirámide poblacional parece una flecha, se ha estrechado en su base y se ha afilado en la punta. Eso quiere decir que hay menos proporción de niños y anciano y más personas en edad de trabajar. A eso los economistas le llaman “bono demográfico” y, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), por sí solo sería capaz de aumentar un punto porcentual al crecimiento del Producto Interno Bruto. La ecuación parece sencilla, lineal: a más gente trabajando, mayor producción y mayor riqueza. Sin embargo, es matemática compleja. Para que funcione tienen que confluir al menos cuatro variables: que se generen empleos suficientes para absorber a los que se integran al mercado laboral, que este empleo sea de calidad, que los incorporados vengan suficientemente formados para generar valor agregado o para crear su propio empleo si no lo consiguen y que el Estado (entiéndase todos los niveles de Gobierno) genere políticas públicas que favorezcan todo lo anterior. Dicho de forma rápida, para cobrar el bono demográfico, Bolivia debe crear 100.000 empleos por año.
En números
Según los datos del último censo (2012), hoy Bolivia tiene un 65% de población en edad de trabajar (entre 15 y 64 años). Apenas seis de cada cien son adultos mayores y el resto (29%) son niños. Los académicos señalan que la fase más productiva del bono demográfico comienza cuando un país tiene menos de 70 dependientes por cada cien empleados. A nivel general, Bolivia tiene 60 y si se toman en cuenta solo las áreas metropolitanas de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, el número de dependientes baja a 55 por cada 100 trabajadores, según el PNUD.
De las tres manchas metropolitanas, la de Santa Cruz de la Sierra es la que mayor bono demográfico ha recibido en los últimos años. Pese a que tiene una proporción similar a la de La Paz y El Alto (52 dependientes por cada 100 habitantes), entre los censos de 2001 y 2012, la metrópolis cruceña duplicó su cantidad de personas en edad de trabajar. Si se compara con el censo del 92, los trabajadores cruceños son casi el triple. Además, cuenta con mejor índice de calidad de empleo y mejores salarios que sus dos hermanas de cotas más altas.
El economista José Luis Evia explica que el bono demográfico solo se aprovecha si se crean trabajos productivos. “No basta solo con crear fuentes de empleo -dice-, sino que estos empleos deben agregar valor al producto para que sean sostenibles.

Para él, el reto actual es invertir en dar mejores habilidades a los que se forman, educarlos para que cuando se inserten en el mercado laboral lo hagan en mejores condiciones.

La Cámara de Industria y Comercio (Cainco) apuntó hacia este lado cuando presentó Santa Cruz Data: mejorar la educación. La economista Patricia Hurtado, parte del centro de estudios económicos de la Cainco, cree que Bolivia debe invertir para producir y exportar conocimiento y para ello debe invertir en educación. Dice que el esfuerzo debe ser tanto público como privado para cambiar hacia un modelo educativo más creativo, centrado en enseñar a emprender y a crear su propia fuente laboral al futuro trabajador.

René Salomón, de la Fundación Juventud Empresa, cree que con solo mejorar la educación secundaria se lograría una mejora significativa de las condiciones de vida de los bolivianos. Asegura que si el bachiller sale del colegio con ciertas capacidades técnicas, podrá acceder a un mejor empleo que en la actualidad. El PNUD también lo dice. Muestra que los índices de calidad de empleo se desploman cuando el obrero no ha terminado el colegio secundario, que tiene una brecha salarial de hasta un 40% con un profesional y por lo general su empleo no incluye beneficios como la jubilación y el seguro de salud.

Salomón está en sintonía con la Cainco cuando dice que cada vez será más difícil que un joven consiga un empleo, que es altamente probable que tenga que generárselo, pero pide que los futuros trabajadores sean emprendedores por oportunidad y no por necesidad.

En esto -opina- los gobiernos locales juegan un papel central. Salomón cree que los gobiernos municipales metropolitanos se han olvidado de hacer inteligencia económica, en crear mapas de oportunidades de emprendimientos para que los ciudadanos no tengan la necesidad de salir de su barrio o su distrito para generar un emprendimiento. Tampoco ve que las medianas y grandes empresas se esfuercen demasiado en emplear a pequeñas unidades productivas para terciarizar algunas faenas, lo cual produciría un crecimiento de los empresarios más pequeños y facilitaría su migración hacia la formalidad.
¿En qué trabajamos?
Crear 100.000 empleos por año suena mucho para quien recuerda que a Gonzalo Sánchez de Lozada siempre le cobraban los 200.000 empleos que prometió crear con la capitalización y nunca llegaron. Sin embargo, entre los censos de 2001 y 2012, en Bolivia se crearon más de 1,1 millones de puestos laborales. Esto quiere decir que se cumplió con el cupo que ahora reclama el bono demográfico. Es más, en 2015, el índice de desempleo llegó a un mínimo histórico del 3%, pero en el último año se notó cómo este bono se vuelve contra el beneficiario cuando la velocidad de la generación de empleos no es suficiente.
En 2016 el desempleo creció al 4,4%. Este fenómeno, según la Cepal, puede generar un deterioro de la calidad del trabajo, ya que incluso los trabajadores con formación universitaria pueden verse obligados a aceptar trabajos por debajo de su formación.
Hasta la fecha, el sector informal de la economía es el mayor empleador. Solo cuatro de cada diez empleados tienen seguro médico y gozan de beneficios como el aguinaldo o la jubilación. Pese a una leve mejoría en el periodo de alta generación de fuentes laborales, esta figura se ha mantenido más o menos invariable en lo que va del siglo.
Los espacios de generación
En cifras oficiales, la economía de pequeña escala creó 700.000 de esos 1,1 millones de empleos de la década prolífica, la gran empresa sumó otros 317.000, mientras que la mediana aportó con 113.000.
Bruno Rojas, investigador del Cedla, explica que en el mercado informal del empleo se pueden distinguir dos tipos de unidades económicas: el negocio familiar y el semiempresarial. En este último, la familia contrata asalariados temporales que con frecuencia solo son incorporados en temporadas de alta demanda de lo que producen. “En el empleo informal, la mayor parte es de subsistencia”, dice. Esto quiere decir que la gente trabaja para sobrevivir, no para generar utilidades que lo lleven a un ascenso social.
“Es un trabajo con fuerte rezago tecnológico, productivo y con mercados limitados -añade-. Por lo general se insertan en la microempresa y la producción artesanal”. Aunque parezca una obviedad, hay que remarcar que en este ámbito nadie se acuerda de la Ley General del Trabajo ni se afilia a nadie a la
Caja Nacional de Salud o se realizan aportes para la jubilación.
Cuando el PNUD estudió los ingresos de estas unidades, el sueldo promedio era cercano al mínimo nacional.

Si se buscan pistas de a qué se dedican los bolivianos en las empresas legalmente constituidas (que emplean al 40% de la “fuerza laboral”), el reporte estadístico de Fundempresa puede funcionar como un “mapa del tesoro”. El 72% de las empresas del país se dedica al comercio, un 13% a la construcción y un 11% a la industria manufacturera. Aunque las sociedades de responsabilidad limitada han aumentado en los últimos cinco años, el 80% son aún empresas unipersonales.
Es decir, somos un país de comerciantes, lejos aún del ideal de productores de conocimiento, generadores de autoempleo digno y cadenas productivas en las que interactúan las grandes, medianas y pequeñas empresas.

Aún hay tiempo, pero habrá que operar cambios en la próxima década para cobrar el bono. Caso contrario, la Bolivia hoy joven, se volverá en una adulta que vive de prestado y con vejez incierta

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