Los Tiempos • Minería El ignorado negocio del indio

La historia se repite, ayer fue con el estaño, hoy con el zinc. En los años 50, las empresas británicas que poseían plantas fundidoras de minerales de baja ley se dedicaron a un singular negocio: compraban estaño boliviano, por entonces con cotizaciones muy bajas, y le separaban altos contenidos de plata que les rendían mucho mayores beneficios. Hoy, el negocio es comprar zinc y extraerle indio, y lo realizan empresas asiáticas, europeas y norteamericanas.

¿Vale más el indio que la plata? En algún momento, más exactamente en 2006, la libra de indio llegó a valer $us 918; es decir, casi como cotizaba la plata. Fue el pico de un ascenso vertiginoso que empezó en los $us 138 de 1994. Bolivia no aprovechó aquel boom que duró hasta 2014. En los últimos tres años, la libra de indio bajó hasta los $us 240. Y las causas de ese bajón aún desatan un sinfín de especulaciones sobre si anteceden a otra acelerada y mayor elevación o a una baja final.

De confirmarse las versiones más pesimistas, el indio bien podría causar un remesón mundial. Sí, remesón mundial, porque éste es un metal estratégico por excelencia, ya resulta parte de la vida cotidiana en todo el planeta. Se halla literalmente a la vista de cualquier persona, aunque pase desapercibido.

EL METAL DEL SIGLO XXI

Según ha recopilado la investigadora Adriana Zapata Rosso, del Cedla, el indio constituye parte esencial de todas pantallas planas de nuestras computadoras, televisores y celulares. No sólo eso, el indio es utilizado en los paneles solares de segunda generación. Y, por si fuera poco, es un componente fundamental de los Diodos de Emisión de Luz (LED), es decir, de las cada vez más populares “lámparas LED”.

“Las luces LED son la alternativa más eficiente y de menor impacto ambiental a los focos incandescentes y luces fluorescentes”, explica Zapata, “aparte de iluminar ambientes, los LED se encuentran en las pantallas de televisores, computadoras, teléfonos inteligentes (smartphones); son parte de signos y señalizaciones y poseen, además, otras aplicaciones de gran importancia para el desarrollo de nuevos avances tecnológicos”.

En suma, el indio constituye uno de los elementos clave de la vida en el ultra intercomunicado y ultra iluminado siglo XXI. Este elemento se encuentra casi exclusivamente ligado a aplicaciones tecnológicas sofisticadas y de última generación. Blanco-plateado, brillante, muy blando y fundible se convirtió en el nuevo metal del deseo de los ingenieros electrónicos. Con él pudieron hacerse realidad, por ejemplo, las pantallas táctiles que hoy atrapan a millones de personas en cualquier posición y en cualquier lugar.

FÓRMULA DE ESTAÑO E INDIO

Para la gran variedad de aplicaciones que se le han encontrado, el indio es combinado con otros metales livianos y genera un trabalenguas de fórmulas. “Diseleniuro de cobre e indio (CuInSe2 o simplemente CIS)” y “fosfuro de aluminio, galio e indio (AlGaInP)” son algunas de ellas. Sin embargo, la fórmula más importante hasta hoy tiene un sabor marcadamente boliviano: se trata del Óxido de Indio y Estaño, conocido como ITO, por sus siglas en inglés (Indium Tin Oxide).

El ITO, u óxido de indio y estaño, resulta el compuesto emblemático del indio. Según la investigación de Zapata, entre el 55 y 85 por ciento de la producción de indio en el mundo se encuentra destinada a este material.

TERCER PROVEEDOR MUNDIAL

Ahora bien, Bolivia resulta ser uno de los tres principales proveedores de indio en el mundo. En efecto, de acuerdo al Servicio Geológico de los Estados Unidos, si se clasifica por fuente de origen, Bolivia constituye el tercer proveedor mundial de indio. Hasta 2012, nuestro país aportaba el 12 por ciento de este metal a los mercados mundiales, alrededor de 234 toneladas métricas (TM). El segundo proveedor resultaba Perú, con el 28 por ciento, 564 TM; y el primero era China con el 50 por ciento de las provisiones equivalentes a 1.000 TM. Esos porcentajes no cambiaron significativamente en años recientes por una simple razón: el indio se encuentra asociado especialmente al zinc.

Quizás por esa razón, curiosamente, ese espectacular podio no figura en los informes presidenciales, ni es proclamado con orgullo por ninguna autoridad o empresa. Es más, hasta se lo cita como un dato secundario, casi anecdótico, quién sabe hasta con vergüenza. El Estado boliviano y las empresas privadas venden zinc en bruto y mandan como yapa el indio.

“El zinc es el mineral más importante en Bolivia en cuanto se refiere a volumen y valor de exportación minera”, dice el analista Alfredo Zaconeta Torrico, “sin embargo, continúa siendo exportado en calidad de concentrado a falta de plantas de fundición o refinación en el país, ahondando el desaprovechamiento de sus componentes valiosos como el plomo, cadmio e indio, los que son recuperados y aprovechados en otros países”.

Paradójicamente, el zinc ha sido y es producido por las minas más emblemáticas del país. Las grandes transnacionales asentadas en Bolivia se dedican a exportar zinc en bruto. Porco, Bolívar, San Cristóbal, Colquiri, etc. producen concentrados de zinc. Quién sabe qué decisiones hayan tomado los ejecutivos de la Sumitomo, Glencore o antes los hermanos Sánchez de Lozada sobre el indio, pero básicamente se exporta zinc.

Lo cierto es que precisamente en el primer Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada se aprobó la Ley 1777. Esta norma permite a las empresas la comercialización directa de mineral en cualquiera de sus formas. Peor aún, en 2009, las autoridades de Comibol denunciaron que en Chile diversas comercializadoras ofrecían indio boliviano como añadido a sus ofertas de minerales. No se supo de acción posterior alguna al respecto.

SÓLO ANUNCIOS

Según datos del Ministerio de Minería, en 2016, la producción privada alcanzó el 77,2 por ciento del total, con 375.982 TM. Las cooperativas mineras, por su parte, generaron el 19,5 por ciento de la producción de zinc, con 95.116 TM. Comibol sólo produjo 15.816 TM, es decir, el 3,2 por ciento. El volumen de las exportaciones bolivianas de zinc subió de 50.259 TM, en 1980, a 486.954 TM, en 2016; es decir, casi 10 veces, coincidentemente con los saltos tecnológicos planetarios.

De forma paralela, en los últimos 10 años, fracasaron todas las iniciativas gubernamentales para construir plantas de procesamiento de zinc. Y los anuncios de las autoridades parecen repetirse todos los años. En septiembre de 2008, el director del Servicio Nacional de Geología y Técnico de Minas (Sergeotecmin), Zoilo Moncada, declaró que se estaba “haciendo algo al respecto en Vinto”. Auguraba, además, el inicio de procesos que lleven a separar el indio del zinc.

En 2009, el presidente de la Comibol, Marcelino Quispe, informó que se estaban realizando estudios de exploración en Mallku Khota para explotar indio y otros minerales estratégicos. Asimismo, aseguró que se construirían dos plantas de refinación de zinc con el objetivo de separar otros elementos que contienen los concentrados.

En enero de 2017, el ministro de Minería y Metalurgia, César Navarro, afirmó que el mineral denominado indio será la principal fuente de ingresos, dentro de 12 a 14 años, de la planta de fundición y refinación de zinc que encarará la Empresa Metalúrgica de Vinto (EMV).

“El objetivo no sólo es fundir, sino recuperar los otros minerales que tienen una alta demanda en el mercado mundial como el indio, el 50 por ciento de los ingresos en la planta de fundición y refinación será emergente del indio y en el corto tiempo el indio será la principal fuente de ingresos de la planta”, explicó.

INTERÉS MUNDIAL

Hasta el presente, Bolivia ha perdido varios miles de millones de dólares en ingresos por el simple hecho de no gravar el indio. Así lo han establecido investigaciones de la Universidad Mayor de San Andrés (ver recuadro).

Mientras tanto, a nivel mundial, las grandes potencias juegan al ajedrez para copar las reservas de los metales estratégicos de este siglo. En el caso particular del indio, el hecho de que China posea la mitad de las reservas planetarias le da una posición de ventaja.

“Con respecto a los factores políticos”, dice Zapata, “el control de China sobre el mercado del indio y de gran parte de los metales menores continuará siendo predominante, incluso más ahora que es el principal impulsor de tecnologías para la lucha contra el cambio climático”.

Como es sabido, la expansión china, a través de inversiones y relaciones comerciales, en los últimos años ha coincidido con la ubicación de ricos reservorios de metales estratégicos. La posibilidad de que logre monopolios sobre los elementos en los que se basa la tecnología moderna intriga a más de un analista occidental. Coincidentemente, diversas empresas chinas han tomado interés en explotar el zinc boliviano, desde la Chihong Zinc, hasta la muy conocida Camce.

Algo lógico para un país que tiene reservas de zinc, y en buena medida de indio, en casi el 40 por ciento de su territorio. Un país, además, en el que ese tipo de historias de malbaratar la materia prima resultan harto acostumbradas. La historia, al parecer, se repite.

RESERVAS PRINCIPALES

Según la investigación de Adriana Zapata, las minas con las mayores reservas de indio en Bolivia son las pertenecientes a los consorcios Sinchi Wayra e Illapa, ambas subsidiarias de la transnacional Glencore. Otra mina importante es Mallku Khota para la que el Gobierno nacional sigue buscando inversores extranjeros para llevar a cabo su explotación, pese a haber sido nacionalizada.

PÉRDIDAS ANUALES

El Jefe del departamento de investigación e interacción social de la Universidad Mayor de San Andrés y doctor en Química, Justo Zapata, asegura que en 2014 Bolivia perdía casi $us 140 millones al año por la salida de indio del país, en concentrados de zinc, sin declarar.

“El indio no figura en la legislación minera, no se pagan regalías por el indio, no hay estadísticas sobre esto, sin embargo, somos uno de los principales productores. Lo que ocurre es que los minerales salen de Bolivia para ser procesados y ahí se obtiene el indio y se los adjudica al mineral de Bolivia”, manifiesta.

Bolivia produce al año unas 200 toneladas del mineral tecnológico que tiene un precio de comercialización, en el mundo, de $us 700 el kilo. Por ello, se perderían unos $us 140 millones por año.

ELEMENTO 49

El indio (In) es un elemento químico —el número 49 de la tabla periódica— perteneciente a la familia de los metales del grupo del aluminio; los elementos con los cuales comparte más propiedades son el galio y el talio.

Fue descubierto en 1863 en la Escuela de Minas de Freiberg, donde también obtuvo su nombre: indio por indicum, que en latín significa índigo y que es el color que identifica a este elemento en un análisis espectral.

Pese a que sus primeros usos se remontan a la II Guerra Mundial, recién a fines del siglo XX, gracias a los avances tecnológicos, sale del anonimato. A diferencia de los elementos más familiares (plata, oro, etc.) y metales base como estaño, cobre, plomo y zinc, el indio está casi exclusivamente ligado a aplicaciones tecnológicas sofisticadas y de última generación.

VER MÁS: http://www.lostiempos.com/oh/actualidad/20180205/mineria-ignorado-negocio-del-indio

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *