Energy Press • “Seguimos exportando el 76% de nuestra producción primaria” • 06/08/2012

“Seguimos exportando el 76% de nuestra producción primaria”

Juan Carlos Guzmán Investigador del área energética del Cedla / Lunes, 6 de Agosto, 2012

¿Cómo evalúa el desempeño del sector en el ámbito social, económico y educativo?

Tomo el sentido de la pregunta para hilvanar tres reflexiones sobre el sentido que se le ha dado al desempeño del sector en los últimos años. ¿Debe evaluarse éste por sus impactos en el ámbito social, económico y educativo? Creemos que sólo en parte y, tal vez, no la más importante como a la propaganda oficial le gustaría.

Respondamos con otra pregunta: ¿Medir el desempeño del sector por los ingresos capturados no es sinónimo de reafirmación de la vocación rentista primaria exportadora heredada de la historia? Esta forma de ver el sector no es reciente ni se circunscribe al gobierno de los últimos 6 años. Viene, entre otras cosas, de la forma cómo el MAS interpretó las demandas de la guerra del gas de 2003. El pueblo boliviano demandó gas para los bolivianos, industrialización y nacionalización, y los tramitadores de la Ley 3058 entendieron la demanda como la captura – por parte del Estado – de una fracción mayor del excedente.

Y el sentido político de la movilización cambió radicalmente. Aquella interpelación a la histórica dependencia extractivista quedó atrapada, vía distribución del excedente “nacionalizado”, en su reafirmación. Por eso, en el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), es importante diferenciar el desempeño del sector, de la generación, distribución y uso del excedente “nacionalizado”.

El desempeño del sector debe evaluarse en tanto sistema energético boliviano, antes que maquinaria económico-tecnológica-empresarial destinada a la exportación de gas. Y esto, en Cedla, es fundamental: nos interesa el rol que juega la energía, el trabajo y el producto que se deriva de ella en Bolivia, antes que el suministro a las industrias y ciudadanos de Sao Paulo y Buenos Aires.

Medir el éxito de la gestión interna por la cantidad de materia prima boliviana suministrada a los mercados es una herencia colonial vigente hasta nuestros días, con la diferencia, importante por cierto, de que la “nacionalización” del excedente en 2005 no ha ayudado a construir una nueva institucionalidad para atender a los sectores más vulnerables y los problemas de desarrollo del país y, más bien, ha permitido su uso político y discrecional, tanto a nivel nacional como subnacional.

Habiendo establecido la diferencia entre nacionalización de los hidrocarburos y “nacionalización” del excedente, haremos una somera aproximación al sector.

En el ámbito del gas natural deben destacarse tres hechos. El primero es que la producción de hidrocarburos ha tenido un crecimiento muy modesto del 19%; el segundo, es que nuestra vocación primaria exportadora no ha sido parte del proceso de cambios, pues seguimos exportando el 76% de nuestra producción primaria y pareciéramos deseosos de buscar más mercados para nuestra materia prima.

La industrialización aún no tiene resultados y nuestro indicador de intensidad de exportaciones es el peor de la región (5,8 bep/1.000 $us). Tercero, el consumo nacional de gas se ha incrementado en 82% y ha estado destinado mayoritariamente (80%) a la generación de electricidad y el transporte; el importante incremento del consumo residencial (150%) representa sólo el 3% de este crecimiento.

Más allá de que ya es un paso adelante usar gas natural para generar nuestra propia electricidad, debemos estar conscientes que esto no es lo más eficiente y contradice el discurso ambiental oficialista: me refiero a que la eficiencia de nuestro sistema de generación de electricidad es de 39% (la penúltima de la región) y se encuentra en el grupo de países cuya generación de electricidad es predominantemente fósil (<20%).

Mención especial merece la importación de GLP, pues refleja a cabalidad el sentido primario exportador de la reforma liberal del 96 y sostenida durante los últimos 16 años. La exportación de gas natural rico se ha incrementado y ha llegado al equivalente de 70 millones de barriles, al tiempo que importamos cerca de 160.000 barriles equivalentes de petróleo de GLP. Mientras esto ocurre, debemos asistir al penoso espectáculo ofrecido por los gestores de las plantas de separación de líquidos.

La tendencia más preocupante del sector es la caída en la producción de hidrocarburos líquidos (-14% entre 2005 y 2010) y peor aún, de la fracción de petróleo crudo; cuando la demanda total de derivados del petróleo se ha incrementado en 30% y, dentro de este incremento, la demanda de gasolina creció en 96%.

Este incremento es producto de la ausencia Estatal en la planificación de los sistemas de transporte que, sumado a la liberalización total del mismo y a los decretos pro autos chutos, han convertido al transporte en el causante del principal problema energético ambiental del país, se ha constituido en un factor de poder político y que tiene secuestrado un servicio público de muy alta sensibilidad para la población. Producto de esta situación, las importaciones de derivados de petróleo han crecido en 113%.

¿Cuál cree que es el futuro del sector en los próximos años?

Al pensar en el futuro del sector, es necesario volver al debate sobre el significado y alcance de la nacionalización, partiendo de la afirmación que “nacionalización” del excedente sólo representa a una parte del contenido político de las demandas de 2003 y no significa nacionalización de los hidrocarburos.

A pesar de que Bolivia se encuentra entre los países de mayor autarquía energética de la región (90%) su principal debilidad, lo habíamos mencionado, se encuentra en la provisión de derivados de petróleo. Dada la incapacidad para administrar racionalmente la demanda, que ha recibido ayuda de oficiosos decretos de nacionalización de autos chutos, el gobierno ha encontrado que la única solución posible es incrementar la oferta interna para disminuir el volumen de las importaciones.

Dado que el incremento de la oferta no se realiza a través de las empresas “nacionalizadas”, se ha visto en la penosa tarea de intentar contener la demanda a través del precio (gasolinazo) y transferir recursos del excedente nacional para pagar -vía incentivos- las utilidades extraordinarias de las empresas (NOCRES). Hacemos hincapié en este término pues debe quedar claro para la población que los costos de producción de petróleo declarados muestran que, en el peor de los casos, no llegan a la quinta parte del precio internacional.

Si se ha llegado al extremo de sacrificar el excedente nacional para pagar las utilidades de las transnacionales, a fin de que éstas vean incentivos para la producción de petróleo, ¿se podrá decir que el sector está “nacionalizado”? ¿Qué debiéramos esperar, a futuro, cuando la escasez del producto se incremente y la tendencia al alza de los precios sea mayor? Controlar el destino de las inversiones, la producción, administrar la demanda, no depender de los precios internacionales, industrializar el producto, etc., daban sentido al término nacionalización de los hidrocarburos. El proceso iniciado con el pago de incentivos a través de NOCRES no significa otra cosa que haber iniciado el proceso de “desnacionalización” del excedente, a contramano de la misma Ley 3058 promulgada en 2005.

Autor: Juan Carlos Guzmán

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