Pulso • La búsqueda infructusa de empleo digno

El deseo gubernamental de “establecer políticas de empleo que eviten la desocupación y la subocupación, garantizando una ocupación laboral digna” (Art. 54 NCPE), pareciera no haber alcanzado un buen resultado. Una encuesta realizada el 2008 en cinco ciudades –las cuatro del Eje y Potosí– da cuenta que pese a las extraordinarias condiciones económicas del país en los últimos tres años, a diciembre de ese año, el desempleo abierto alcanzó al 10.2 por ciento de la población; es decir que 182.000 bolivianos buscaron empleo y no lo obtuvieron.
Las cifras son contundentes y demuestran que es bastante más fácil hacer diagnósticos y trazarse ciertas metas, que concretar éstas en realizaciones. Desde ese punto de vista, qué diferencia hay entre aquellas ofertas sobre generación de empleo del pasado y la aseveración actual de que “Las políticas orientadas a la generación de empleo digno y permanente permitirá un crecimiento promedio de 90 mil puestos adicionales de trabajo por año, que iniciará con menos de 60 mil el año 2006 y alcanzará cifras superiores a los 100 mil el año 2008” (PND).
Y es que según diversos especialistas, para realmente comprender las causas que provocan los altos niveles de desempleo y subempleo en el país, los bolivianos necesitamos sincerarnos con nosotros mismos y percatarnos que en los últimos 50 años de vida republicana, hemos apostado a todos los modelos políticos y de desarrollo que se han implementado en el mundo, y hemos fracasado también en todos ellos. No otra cosa significa que las brechas entre los indicadores de desempeño de nuestra economía respecto de algunos países vecinos, otros latinoamericanos y los asiáticos sean cada vez más amplias, con efectos negativos sobre los indicadores sociales y el ingreso.
Un balance de largo aliento realizado por el investigador Enrique Velazco Reckling demostró, por ejemplo, que en 1945, el ingreso promedio de los bolivianos, “medido por el PIBpc (en dólares ajustados por paridad de compra PPP”) era superior al de los chinos, surcoreanos, vietnamitas, brasileros y japoneses y algo inferior al de colombianos, mejicanos, chilenos y venezolanos aunque en proporciones diferentes. Actualmente, los países latinoamericanos, dice Velazco, por lo menos han triplicado su PIBpc, salvo Venezuela que ni siquiera lo ha duplicado al igual que Bolivia, y los países asiáticos los han multiplicado entre nueve y 26 veces.
El investigador recuerda que en este tiempo, el país tuvo gobiernos de facto, democráticos y Asamblea Popular; y probó con el capitalismo de Estado, la Economía Social de Mercado y el neo-liberalismo, pero que a pesar de este vaivén no se alteró “un patrón de crecimiento centrado en la explotación de nuestros recursos naturales”, que bien sabemos es intensivo en uso de capital, pero absorbe poca mano de obra.
Diversos trabajos suyos muestran que la persistencia de este modelo, ha tenido efectos negativos sobre la productividad, el nivel salarial y el excedente, y lo que es peor, ha condenado a miles de bolivianos al desempleo o a “buscar formas de ingreso que a su vez han contribuido a la precarización del empleo, con una explosiva expansión del autoempleo y del empleo familiar no remunerado”.
Sus afirmaciones se confirman ahora con los datos de la encuesta sobre empleo, realizada el 2008 por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, CEDLA, los cuales han sido recogidos en una reciente publicación.2 Estos dan cuenta que la ciudad con la mayor tasa de desempleo abierto fue El Alto, con el 13.5 por ciento, mientras que en La Paz, el promedio fue de 11.6 por ciento; en cambio, fue inferior en Potosí (9.4), Santa Cruz (8.2) y Cochabamba (7.7). Ello estaría demostrando que La Paz y El Alto, en los hechos, empezaron a sentir los efectos de la pérdida temporal del ATPDEA en el 2008, y se teme que esas cifras aumenten ahora que el cierre es definitivo.
El problema adquiere una dimensión mayor si se incluye además el subempleo visible o invisible, encubierto bajo diversas modalidades: ocupación en actividades económicas familiares u otras para las que se está sobre calificado; doble ocupación o más horas de trabajo para compensar un salario excesivamente bajo o insuficiencia de ingresos para cubrir una canasta familiar mínima. Todas ellas conducen a una subutilización de la fuerza laboral superior al 50 por ciento y a un deterioro general de las condiciones de trabajo.
Silvia Escóbar, autora del trabajo, coincide con Velazco en que esas altas tasas se explican por tres factores: “i) la baja productividad de los sectores económicos ;ii) el agotamiento de las actividades intensivas en mano de obra y iii) los bajos niveles de inversión con destino a la mejora de la capacidad productiva” y ambos son categóricos también en señalar que la pobreza en Bolivia, está relacionada con el desempleo, “se origina en el funcionamiento del mercado de trabajo en el país”.
De ahí que, para ambos, el gran desafío del momento, hoy como ayer, es la creación de empleo urbano de calidad, es decir, que ofrezca condiciones dignas para todos los trabajadores. Se estima que anualmente en Bolivia, 120 mil jóvenes buscan empleo, para quienes los distintos programas de empleo de emergencia no representan una alternativa viable que evite que vayan a engrosar el número de pobres. Desafortunadamente sin embargo, para ellos, las propuestas de solución que se barajan, en su mayoría, no apuntan a resolver las causas estructurales del problema.
Por tanto, no queda duda de que en todas las ciudades de Bolivia seguiremos encontrando bolivianos desocupados o subocupados; ocupados cuyos ingresos no alcanzan para cubrir sus necesidades esenciales, otros que trabajan bastante más que ocho horas al día: aquellos que no cuentan con ningún tipo de protección o beneficios sociales o realizan sus tareas en condiciones lamentables; y jóvenes y mujeres, para quienes las condiciones son todavía más difíciles. Las cifras recogidas por el CEDLA demuestran que estos son hechos y no palabras, y sobre esas cifras volveremos pronto.
Entre tanto, está en pie el desafío planteado por Vitaliano Mamani, dirigente de la Confederación de Trabajadores Fabriles de Bolivia, “pongamos en marcha un movimiento por la producción y el empleo”.

1 Velazco Reckling Enrique, Ph.D. Transformación Productiva para crear Empleo Digno. Documento de Trabajo, junio 2009. Es Director Ejecutivo del INASET, Fundación para la PYME.
2 Escóbar de Pabón Silvia. Situación del Empleo en tiempos de cambio. Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, CEDLA. La Paz, agosto de 2009.

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