Las buenas intenciones no alcanzan: Aportes a la Audiencia de Naciones Unidas con la Sociedad Civil sobre Financiamiento y Desarrollo – LATINDADD

Las buenas intenciones no alcanzan: Aportes a la Audiencia de Naciones Unidas con la Sociedad Civil sobre Financiamiento y Desarrollo – LATINDADD

A fines de marzo de 2002, en la ciudad de México, los jefes de Estado y de gobierno se comprometieron a adoptar políticas orientadas a movilizar recursos internos, atraer corrientes financieras internacionales, fomentar el comercio internacional, incrementar la cooperación financiera y técnica internacional, promover una financiación sostenible de la deuda, adoptar medidas para el alivio de la deuda externa y aumentar la coherencia y cohesión de los sistemas monetarios, financieros y comerciales internacionales, todos estos elementos son concebidos como fundamentales para la erradicación de la pobreza, el logro de un crecimiento económico sostenido y para promover el desarrollo sostenible de nuestros países.

En líneas generales, la movilidad de recursos financieros (internos y externos), el fomento de un mayor comercio sin barreras y el fortalecimiento y articulación de viejas 

institucionalidades (FMI, BM, BPI, OMC, etc.), como instancias de control y regulación, son los ejes que orientaron las acciones del Consenso de Monterrey (CM). 

A poco más de seis años de ésta declaración, el único consenso que alcanzaron las acciones del CM, son el logro de resultados endebles y limitados, dado que los Objetivos de Desarrollo del Milenio están lejos de cumplirse para el 2010 y que la fragilidad y vulnerabilidad financiera de nuestros países se ha puesto nuevamente en evidencia en los últimos años, más notoria, a partir de las perturbaciones económicas que generan las grandes economías del mundo.

En ese marco, es importante denotar: que las acciones del CM no se basan en principios o ejes diferentes a los que plantea el actual modelo de desarrollo, que la movilidad de recursos que promueve el CM no prioriza el fortalecimiento financiero de nuestros Estados para su gestión autónoma, sino que genera condiciones para que estos sean receptores del capital transnacional, y que las “bondades” del comercio internacional solo profundizan la concentración y diferenciación económica y social.

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